Por Monserrat Californias
Donald Trump, presidente de Estados Unidos, pidió públicamente que se detenga el proceso judicial contra el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Denunció el caso como una “caza de brujas” (“witch hunt”), pidiendo que se cancelara de inmediato o se otorgara un perdón presidencial y argumentó que así como EU salvó a Israel en el pasado, ahora debía salvar a Netanyahu.
Netanyahu enfrenta cargos por soborno, fraude y abuso de confianza en tres casos iniciados en 2019, con un juicio que ya suma cinco años y está al inicio de la etapa de testimonio de defensa. El proceso ha sido intermitente debido a solicitudes de aplazamientos por razones de seguridad y conflictos en Oriente Medio. Pese a ello, los fiscales mantienen firme el caso y prevén que aún continúe por al menos un año más.
La reacción en Israel ha sido mixta. Varios aliados de Netanyahu respaldaron el mensaje de Trump, agradeciendo su apoyo. El primer ministro mismo respondió emocionado en redes, prometiendo trabajar junto al presidente de EU para enfrentar enemigos comunes. Sin embargo, líderes de la oposición, como Yair Lapid y expertos legales, alertaron que un líder extranjero no debe interferir en procesos judiciales independientes.
Esta intervención estadounidense en un juicio soberano ha generado alarma internacional. Observadores advierten que podría minar la confianza global en la independencia judicial de Israel. Incluso el presidente Isaac Herzog ha señalado que no se contempla un indulto, subrayando que el sistema judicial sigue su curso sin presiones. Esta tensión refuerza el debate sobre el equilibrio entre relaciones diplomáticas y autonomía institucional.
La defensa del Presidente de Estados Unidos resalta la enigmática relación entre Trump y Netanyahu, basada en mutuo respaldo político y estratégico en asuntos de seguridad regional.
Mientras Trump presiona, Israel se encuentra en un punto crítico: defender su independencia jurídica o ceder a la influencia de un aliado poderoso. El resultado de este enfrentamiento podrá redefinir tanto la carrera legal de Netanyahu como el principio de soberanía en el derecho internacional.
