Por Monserrat Californias
El Papa Francisco hizo una emotiva reaparición pública en la Plaza de San Pedro, durante la celebración del Domingo de Ramos. Aunque no presidió la misa debido a su convalecencia, delegando en el cardenal Leonardo Sandri, el Pontífice sorprendió a los fieles al saludar desde su silla de ruedas, mostrando una notable mejoría en su salud.
Con voz clara, deseó a todos un “¡Feliz Domingo de Ramos y feliz Semana Santa!”, recibiendo una cálida ovación de los más de 40,000 asistentes. La homilía, preparada por el Papa y leída por el cardenal Sandri, reflexionó sobre la figura de Simón de Cirene, quien ayudó a Jesús a cargar la cruz.
Francisco invitó a los fieles a convertirse en “cireneos” modernos, llevando no solo sus propias cruces, sino también las de aquellos que sufren a su alrededor. Destacó que la pasión de Cristo se transforma en compasión cuando tendemos la mano al que ya no puede más.
En su mensaje posterior al Ángelus, el Papa expresó su gratitud por las oraciones recibidas durante su enfermedad y pidió encomendar al Señor a todos los que sufren, especialmente a las víctimas de conflictos y desastres naturales. Recordó también el segundo aniversario del conflicto en Sudán, haciendo un llamado a la paz y al diálogo. Su mensaje resonó con fuerza en una Semana Santa marcada por la esperanza y la solidaridad.
La celebración incluyó la bendición de palmas y ramas de olivo, con la participación de fieles que portaban las tradicionales palmas tejidas. La Plaza de San Pedro se adornó con flores multicolores y grandes olivos, creando un ambiente solemne y festivo. A pesar del tiempo sombrío, la presencia del Papa y su mensaje de compasión llenaron de luz y esperanza el inicio de la Semana Santa.
Esta reaparición del Papa Francisco en el Domingo de Ramos no solo marcó el inicio de las celebraciones de Semana Santa, sino que también reafirmó su compromiso con los más vulnerables y su llamado constante a la solidaridad y la compasión. Su presencia, aunque breve, fue un poderoso recordatorio del papel del Pontífice como guía espiritual y símbolo de unidad para millones de fieles en todo el mundo.
